Esta paraeducadora bilingüe de Colorado dejó la escuela en quinto grado. Ahora le apasiona ayudar a los estudiantes a aprender.

File photo of first graders reading at Paris Elementary, an innovation school in Aurora.
La paraeducadora del año trabaja en las escuelas de Aurora. (Yesenia Robles / Chalkbeat)

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A Guillermina McLean le encanta trabajar con sus estudiantes de Kinder que no hablan inglés, porque dice que se siente identificada con ellos.

McLean llegó a Estados Unidos desde México sin hablar inglés y tuvo que retomar sus estudios muchos años después de cambiar la escuela por el trabajo cuando era niña.

“Al principio tengo que explicarles cómo se dice ir al baño y todas las cosas básicas”, dijo McLean. “Se sienten muy cómodos porque cuando dicen algo y luego se dan la vuelta y me miran como ‘por favor, ayúdame’, yo sólo digo ‘sí, yo también estuve allí’ Los entiendo.”

McLean, que cumplirá 75 años dentro de unos meses, fue reconocida como paraeducadora del año por la Asociación de Educación Bilingüe de Colorado. Ella ha trabajado en las escuelas de Aurora durante más de 20 años.

El reconocimiento fue una sorpresa que al principio ella pensó que podría mantener en secreto. Pero cuando sus colegas de la escuela se enteraron y otros maestros empezaron a felicitarla, ella se limitó a decirles: “Solamente estoy haciendo mi trabajo”

No quiere que la gente piense que ella es más importante que los demás. Es parte de un equipo, dijo.

Paraeducadora bilingüe del año Guillermina McLean (Courtesy of Aurora Public Schools)

A McLean le apasiona la educación porque cuando era niña, ella no la tuvo.

Creció en México como la mayor de 15 hijos, y sus padres la sacaron de la escuela en quinto grado para ir a trabajar. Pero cuando cumplió 18 años, decidió volver a aprender.

“Mi mamá me decía: ‘¿no te da vergüenza ir?’ Y yo le decía, ‘no, no me da vergüenza’. Yo tenía muchas ganas de ir”.

Por eso iba a la escuela durante el día y trabajaba por la noche. Cuando se graduó a los 28 años, estaba casada y vivía en El Paso, Texas, y viajaba todos los días a Juárez, México para estudiar.

“No tuve una infancia como la que quiero que tengan estos niños”, dijo McLean. “Creo que eso me motiva a lograr que todos los niños vayan a la escuela. Dije, si tengo hijos, irán a la escuela pase lo que pase”

Tuvo dos hijos, y ambos fueron a la universidad. Ahora, uno es ingeniero y el otro es científico, dijo.

Y ella también ha seguido aprendiendo.

Su esposo no hablaba español, así que después de terminar los estudios y mudarse con él a Virginia, se matriculó en clases para aprender inglés.

“Tomé clases dondequiera que iba”, dijo.

Eso incluyó tomar una clase de literatura americana en una secundaria de Virginia para conocer gente nueva. Cuando su familia se mudó de nuevo a Denver, se apuntó en clases en el Emily Griffith Technical College.

Durante la década de sus 50, y después de trabajar durante años en un restaurante, se arriesgó y solicitó un puesto en una escuela.

El distrito de Aurora le ofreció capacitación para ser asistente educativa. Trabajó durante 11 años en la Kenton Elementary, y luego se convirtió en paraprofesional en Fulton Elementary, donde ha estado otros 11 años.

Ahora está considerando la posibilidad de jubilarse al final del año escolar. Cada año, correr detrás de los niños se le hace más difícil. También cree que cada año llegan más estudiantes de Kinder que necesitan ayuda adicional.

Pero aun así, la ayuda adicional que ella presta para enseñar a los niños en pequeños grupos es su parte favorita del trabajo, y algo que ella cree que los padres no siempre se dan cuenta de que hace.

“Nosotros ayudamos a los niños a aprender”, dijo.

También dijo que ahora le impresiona cuando uno de los niños con los que trabaja empieza el año sabiendo deletrear su nombre.

“Es muy difícil, y ahora es más difícil aún”, dijo McLean. “Por eso quería hacer más grupos. Yo les ayudo a tener ese deseo de aprender. Algunos vienen a mí sin nada”. A veces se quedan mirando a la maestra, y este es el momento en que empiezan a hablar en inglés. Un inglés bastante entrecortado, como el mío”.

Como los niños con los que trabaja proceden de lugares más diversos, incluidos más de Centroamérica que de México, y algunos de países africanos, dice que ella también aprende de los niños. Aprende sobre su comida y su cultura.

Si se jubila, sospecha que volverá a las escuelas, como voluntaria. No puede imaginarse sentada en la casa. “No tiene sentido”, dijo.

“Todavía estoy aprendiendo. Siempre voy a estar aprendiendo”.



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